Fidel Castro o cómo sobrevivir a once presidentes estadounidenses y a más de 600 complots

Fidel Castro o cómo sobrevivir a once presidentes estadounidenses y a más de 600 complots

Hasta que Raúl Castro, su hermano pequeño, confirmara por televisión el inevitable hecho biológico, Fidel había sobrevivido a once presidentes estadounidenses desde que, el primer día de 1959, estrenara su poder caudillista tras la huida de la isla de Fulgencio Batista.

JORGE MORETA  Twitter @jmoreta23

Barak Obama fue el pasado mes de marzo el primer presidente de los Estados Unidos que viajaba a Cuba en 90 años. La anterior visita de un jefe de la diplomacia de Washington se remontaba a 1928 (Calvin Coolidge en la VI Conferencia Panamericana de La Habana), 31 años antes de la victoria de la revolución castrista en 1959.

La presencia de Obama en la isla visualizaba un paso más en el restablecimiento de las relaciones entre los dos países, tras 54 años de desencuentros e incomunicación y precedida en verano de 2015 por la reapertura de las embajadas de Estados Unidos, en La Habana, y de Cuba, en Washington.

Las disputas comenzaron el 15 de abril de 1959, fecha de la reunión entre el entonces vicepresidente de EEUU, Richard Nixon, y Fidel Castro. En aquel momento la revolución cubana, con una clara orientación nacionalista desde sus inicios, aún no se había definido de izquierdas. En realidad no ocurrió hasta dos años después cuando, el 16 de abril de 1961 y tras el bombardeo de dos B26 norteamericanos en el oriente de la isla, Fidel declara por primera vez en público que “la revolución cubana es socialista”.

Pero volvamos a esa histórica reunión. Castro viajó a Nueva York invitado por el Centro Internacional de Prensa y su intención era entrevistarse con el presidente de los Estados Unidos. Pero Eisenhower prefirió jugar al golf. En su lugar, le recibió en Washington el entonces vicepresidente, Richard Nixon. Cortés pero diplomáticamente distante. Durante 2 horas y 28 minutos de entrevista, Fidel, qué raro, no paró de hablar, y aseguran que a Nixon le desagradó tanto que, cuando finalizó el encuentro, consiguió que el Consejo Nacional de Seguridad aprobara en secreto su “Proyecto Cuba”. El objetivo era claro: “suprimir a Castro”.

El paradero y el entorno familiar de Fidel siempre fue un misterio, incluso desde que el 31 de julio de 2006 delegara sus funciones en su hermano Raúl y desapareciera de la vida pública por una gravísima hemorragia intestinal. Han intentado asesinarle tantas veces que sus biógrafos perdieron la cuenta. El jefe de los servicios de inteligencia de Cuba se cansó de contar cuando llegó a los 629 complots. Ante una cifra semejante, las tentativas se catalogan desde lo ingenioso a lo grotesco. Es complejo discernir entre realidad y ficción porque planearon asesinarle con toda clase de artimañas: tóxicos secretos, bolígrafos envenenados, una langosta cargada de dinamita, un traje de buzo infectado de hongos y bacterias, un francotirador de la mafia o con un rifle escondido en el interior de una cámara de televisión…

Lo tuvo en su mano el camarero Santos de la Caridad. Trabajaba en el hotel Habana Libre y lo reclutó la CIA para brindarle una agonía de perros al comandante en jefe en 1961. Limpió durante horas la copa marcada, la última de la fila. En teoría nada podía fallar porque Santos de la Caridad llevaba un año aplacando diaria y personalmente la sed de Fidel. Sin embargo, cuando abrió el frigorífico las pastillas tóxicas estaban congeladas y nunca llegaron a disolverse en el líquido.

Bastante más rocambolesco fue el plan sugerido por Ian Flemming, creador de James Bond. El padre del agente con “licencia para matar” propuso durante una cena con los Kennedy la segunda llegada de Cristo al mundo, con la novedad de que ahora Belén sería Cuba. Previamente se propagarían por toda la isla los rumores sobre el regreso del Salvador a la tierra para denunciar a Castro como un anticristo. La peregrina idea nunca llegó a materializarse.

Incluso la CIA reclutó a una antigua amante despechada, la alemana Marita Lorenz. El plan era simple: volvería a Cuba, se citaría con Fidel y disolvería unas cápsulas tóxicas con veneno paralizante en el vaso de leche que acompañó siempre al comandante en jefe en su mesita de noche.

Sin embargo, una vez más, nada salió como estaba previsto. En pleno vuelo hacia la isla, Marita Lorenz sufrió un ataque de pánico y escondió las cápsulas venenosas en un frasco de crema facial. En semejante mejunje se humedecieron hasta disolverse. A su llegada al Hotel Colina, se vistió con el uniforme del ejército rebelde y, presa de sus nervios, se deshizo de las pastillas tirándolas por el inodoro antes de llegar su ex amante. Cuando Castro entró sin escolta en la habitación, Marita, según cuenta ella misma en sus memorias, comprendió que, gracias a sus agentes de inteligencia infiltrados, Castro conocía la trama al dedillo: “¿Qué haces aquí? ¿Acaso has venido a matarme?”. Marita, hipnotizada, confesó: “Sí, querido, así es”. Fidel le ofreció su revólver. “Anda, hazlo, mátame”. La chica, con lágrimas en los ojos, le apuntó y el barbudo ni siquiera se inmutó. Tan sólo respondió: “No puedes matarme, nadie puede hacerlo”. Y se durmió plácidamente sobre la cama. Cuando se despertó, cuenta Marita, se abrazaron e hicieron el amor.

Y así hasta al menos hasta 629 complots. Realidad o ficción lo cierto es que, desde Eisenhower hasta Obama, Fidel sobrevivió a once presidentes de Estados Unidos. Solo se le ha “resistido” ahora Donal Trump, quien le ha despedido tildándole de “dictador brutal que oprimió a su pueblo durante seis décadas”.

A pesar de que le han “matado” en innumerables ocasiones por las redes sociales, sólo el ineludible “hecho biológico” le ha retirado de la vida, a los 90 años y tras una década retirado del poder tras sufrir en 2006 una grave dolencia intestinal. Desde entonces solo se le “apareció” a los suyos y siguió dirigiéndose a los cubanos a través de las páginas del Granma.

jorge
Jorge Moreta (Salamanca, 1972). Se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad Pontificia de Salamanca, su ciudad. Antes, desde los dieciocho años, inició su colaboración con los medios de comunicación. En 2009 publicó Cuba, más allá de Fidel (Editorial Altair –Heterodoxos- 3ª edición, finalista en 2010 del Premio de Literatura de Viajes Camino del Cid y finalista también ese mismo año del Premio de la Crítica de Castilla y León. Un libro donde realiza un recorrido de 3.000 kilómetros en coche por la isla, de oriente a occidente, y también por su historia y personajes. Este 2014 ganó el Concurso de Relatos de Viaje Moleskin con Lisboa, directa al corazón.

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