El Abierto de Miami, un torneo en peligro de extinción

El Abierto de Miami, un torneo en peligro de extinción

Miami (EE.UU.), 31 mar (EFE).- El Abierto de Miami de tenis, considerado el "quinto Grand Slam", se ha visto encorsetado en los últimos años por una disputa legal sobre unos planes de ampliación y mejora que son indispensables para su supervivencia pero que chocan con su entorno natural y sus fines públicos.

Este centro de tenis está situado en el corazón de Crandon Park, espacio público que incluye la reserva Bear Cut, un área de estudio medioambiental, y diversos ecosistemas como dunas y manglares, destino de aves migratorias y tortugas marinas.

Crandon Park es además vecino del Parque Nacional Biscayne, que reúne vegetación tropical y una docena de especies en peligro de extinción.

Y el torneo corre el mismo riesgo, pues mientras otros torneos han realizado inversiones millonarias en sus instalaciones, el Centro de Tenis de Crandon Park envejece sin que se puedan hacer mejoras que lo sitúen a la altura de los jugadores que cada año participan en los cuadros masculino y femenino.

Varios de ellos se han manifestado sobre el incierto futuro de un torneo asentado sobre una lengua de arena formada en un arrecife de coral en plena Bahía Vizcaya y descubierta por el español Juan Ponce de León en 1513.

«Es evidente que se tiene que hacer algo, es obvio que todos los torneos se están desarrollando y todos están haciendo mejoras en sus instalaciones y el de Miami no ha hecho nada desde hace un buen tiempo», dijo el español Rafael Nadal.

El cuatro veces finalista en el Masters 1.000 de Miami indicó que la comparación entre este torneo y el de Indian Wells que le antecede en el calendario no «ayuda» al de Cayo Vizcaíno, pues el del desierto californiano «mejora día a día».

El problema radica en la mejora y expansión de las actuales instalaciones de este centro de tenis, propiedad del condado de Miami-Dade.

El acaudalado empresario William John Matheson compró en 1908 esta parte del norte de Cayo Vizcaíno para crear la mayor plantación de cocos de Estados Unidos y, a su muerte, sus herederos donaron las 327,3 hectáreas de terreno al condado.

Pero lo hicieron con la condición de que las tierras se usasen únicamente «con propósitos de parque público», y el millonario negocio del tenis no encaja bien en ese ámbito.

En discusión están los 50 millones que los organizadores del torneo quieren invertir en el centro de tenis y la negativa de uno de los herederos, Bruce Matheson, de 70 años, que alega que esta ampliación contraviene los términos de la donación.

Ante esta situación, los organizadores ya han dejado entrever que, incluso antes de que venza su contrato de alquiler dentro de ocho años, pueden trasladar el torneo a otro lugar, y ya suenan posibles destinos como Orlando, vecina ciudad del estado de Florida, o incluso algún país asiático.

Los planes de la empresa que dirige el torneo, IMG, recibieron un duro revés en diciembre pasado cuando un tribunal de apelaciones confirmó las restricciones existentes sobre el centro de tenis.

Veterano ya en este torneo, Nadal reconoce que en la actual situación es «difícil hacer algo mayor», porque el centro de tenis está enclavado en mitad del mar y en medio de la ciudad.

Otro jugador ya habitual como el suizo Roger Federer, campeón en 2005 y 2006, dijo que tiene «muchas memorias del torneo Miami, buenas y malas, pero en su mayoría buenas, porque cuando ganas el título en un torneo se borran todas las cosas negativas».

Pero la que más en serio se ha tomado esta situación es la número uno de la WTA, la estadounidense Serena Williams, que creció como jugadora en este centro de 26 pistas del que además es la ganadora con más títulos, con ocho.

«Dejar Miami supondría sería un golpe a nuestro deporte, a la ciudad de Miami y a mí», escribió en un artículo en el New York Times el pasado día 22 la pequeña de las hermanas Williams.

Vecina de West Palm Beach, al norte de Miami, Serena acudía cada año con su padre y su hermana Venus a ver a las estrellas del momento a Cayo Vizcaíno.

Por eso, escribió, le «entristece» pensar en que el torneo pueda dejar Miami, por lo que espera que todos puedan trabajar juntos para mejorar las instalaciones.

Por su parte, el director del torneo, Adam Barret, dijo a los medios al inicio de la competición que, aunque están enfocados en el trabajo del día a día, miran también «hacia el futuro» y analizan «todas las opciones».

«Estaremos aquí todo el tiempo que podamos seguir para realizar un evento de clase mundial, y vamos a seguir haciendo todo lo que podamos. Tenemos ocho años para estudiar todas las opciones, y están todas abiertas», dijo.

Y aunque en las comparaciones con otros torneos Miami salga perdiendo, Nadal tiene claro que el de Cayo Vizcaíno es un «evento increíble».

«Sin duda me encanta estar aquí, me encanta este torneo y me gustaría seguir viendo aquí», concluyó. Por Álvaro Blanco

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