Mexicana vela por el bienestar de centenares de huérfanos en la frontera

Mexicana vela por el bienestar de centenares de huérfanos en la frontera

Los Ángeles, 23 jul (EFEUSA).- Desde hace más de veinte años, la mexicana Hilda Pacheco-Taylor ha brindado hogar y alimento a miles de huérfanos y niños desamparados que deambulan por la frontera méxico-americana a través de la fundación "Corazón de Vida".

Con sede en Irvine (California), esta fundación sin fines lucro recauda fondos que van a parar a más de diez orfanatos situados en las localidades mexicanas de Baja California, Tijuana y el Valle de Guadalupe, en donde se satisfacen las necesidades de más de 700 niños mexicanos y también estadounidenses de ascendencia latina.

«La gente tiene una idea muy triste y negra de los orfanatos, como lugares donde no se trata bien a los niños y carecen de un buen trato, pero no es así», aseguró Pacheco-Taylor en entrevista con Efe.

«Los orfanatos son casas, son hogares donde una familia tiene amor por los niños y empiezan a velar por ellos», precisó la fundadora de esta organización y quien junto a tres sus seis hermanos vivió durante 8 años en un centro de acogida.

En el año 1992, Pacheco-Taylor viajó a Misión, en Baja California (México), para visitar el orfanato «Puerta de Fe» en la que residió entre los ocho y los dieciséis años de edad, luego de que su madre se aventurara a Estados Unidos como indocumentada y no pudiera hacerse cargo de todos sus hijos.

En su visita, descubrió que los directores del orfanato, una pareja mayor de estadounidenses, se había retirado y el centro había dejado de recibir donaciones procedentes de organizaciones estadounidenses, colocándose al borde de la extinción.

«Fue un shock. Con el paso de los años perdieron apoyo, no tenían fondos suficientes. No aceptaban a más niños, los edificios se estaban cayendo y casi no podían dar de comer a los que estaban allí», recordó.

El nuevo director, que no hablaba inglés, no pudo mantener los lazos con las distintas organizaciones que les prestaban apoyo desde el vecino país del norte y por ello le pidió a Pacheco-Taylor que ayudara a levantar el centro.

«Para ese tiempo yo trabajaba para una compañía de capacitación como manager de las secretarias, pero nadie sabía de mi pasado», aseguró la mexicana.

Al regresar a California, compartió su experiencia personal con sus compañeros de trabajo y juntos comenzaron a planear actividades y visitas a los niños que se encontraban al otro lado de la frontera.

En 1994, formalizaron las ayudas a través de la creación de la fundación, que ahora cuenta empleados a tiempo completo que trabajan para mantener los orfanatos y garantizar las necesidades de los menores.

Hace cuatro años, Pacheco-Taylor decidió sumar un programa de becas académicas para financiar estudios superiores a jóvenes de 18 años que salen de las casas de acogida, y que en la actualidad ayuda a 42 adolescentes a cursar sus estudios en universidades de Baja California, Ensenada, Mexicali, Tijuana y Tecate.

«Una de las chicas que tenemos en la Universidad de Mexicali nació en EE.UU., pero desde los 8 años vivió en uno de los orfanatos», relató. «A los 18 años le ayudamos a sacar su pasaporte y documentos en EE.UU. y ahora estudia veterinaria. Está becada al cien por cien, pagamos vivienda, pagamos estudios, todo», explicó.

Según precisó la mexicana, el programa de becas nació de su deseo de ayudar a estos jóvenes a acceder a las oportunidades profesionales que ella no tuvo cuando dejó atrás su etapa en el albergue.

«Me vine a EE.UU., a Santa Ana, a los 16 años con una visa de visita para ir a Disneylandia y ya me quedé con mi mamá», aseguró Pacheco-Taylor.

Aunque la joven logró matricularse en un instituto de educación secundaria, a los seis meses tuvo que incorporarse a trabajar en una fábrica para aportar dinero al hogar familiar.

«Se dieron cuenta al poco tiempo de que no tenía la edad para estar trabajando, así que me despidieron. Luego trabajé en un lugar de hamburguesas para poderle ayudar a mi mamá», explicó.

Con el tiempo, la mexicana aprendió inglés y consiguió un puesto en una compañía encargada de capacitar al personal en pequeñas empresas de la industria aerospacial, un trabajo que a la larga abandonó para dedicar todo su tiempo a «Corazón de Vida».

«El trabajo que hacemos es muy bonito», señaló.

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