El papa se alza como voz de los millones de indocumentados y pobres de EEUU

El papa se alza como voz de los millones de indocumentados y pobres de EEUU

Washington, 24 sep (EFEUSA).- El papa Francisco quiso llegar a Estados Unidos por la frontera con México con la intención de mandar un mensaje inequívoco sobre la solidaridad de la Iglesia con los inmigrantes que, por razones económicas o por violencia, se ven obligados a cruzar fronteras desconocidas.

Pese a no ver cumplida su petición por cuestiones logísticas, el pontífice no tardó más que los protocolarios saludos y agradecimientos para expresar ayer esta frase en la Casa Blanca: «Como hijo de una familia inmigrante, estoy feliz de estar invitado a este país, construido mayoritariamente por esas familias».

Igualmente, en el Congreso hoy habló de las «miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte» en busca de una vida mejor para los suyos, elevando un mensaje pastoral en el lugar más políticamente divido por el debate sobre una reforma migratoria.

La Iglesia tiene un papel vital para ayudar a los indocumentados que abandonan su país en busca de un futuro mejor en Estados Unidos, algo que tras décadas y décadas ha dado al catolicismo estadounidense un distintivo sabor latino.

El Departamento de Migración y Refugiados es el más grande de toda la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), que, a su vez, es una de las organizaciones de reasentamiento de refugiados más importantes del país.

En esa estrategia, las Caridades Católicas (Cáritas), cuya sede de Washington visitó hoy el papa Francisco, juega un papel vital, como contaba recientemente a Efe la hermana Norma Pimentel desde el lado texano de la frontera con México.

«El mensaje del papa sobre los inmigrantes será importante para devolver la dignidad a los que llegan en busca de una vida mejor», explicó a comienzo de este mes la religiosa, coordinadora de la crisis de inmigrantes menores que llegó a su punto álgido el verano de 2014, cuando la llegada de miles de niños migrantes desbordó a las autoridades.

Pimentel, a quien el papa llamó por videoconferencia antes de llegar a Estados Unidos para felicitarle por su trabajo, representa a una de las más de 200 sucursales de Caridades Católicas esenciales para muchos de los 11 millones de inmigrantes indocumentados y 47 millones de pobres de este país.

«En este país se cede parte de la ayuda social a organizaciones religiosas o sin ánimo de lucro», explica Mar Muñoz, directora del secretariado de Diversidad Cultural de la USCCB.

Las Caridades Católicas proveen con alimento a personas sin techo, atención médica a personas de bajos recursos, asesoría legal a inmigrantes o techo a jornaleros indocumentados, una tarea que pocas ONG tendrían la capacidad de hacer.

«Nosotros no apoyamos la inmigración indocumentada, pero el papa ha dicho que la persona tiene derecho a emigrar y no se le va a negar el servicio una vez aquí», indica el padre Juan Molina, director de la USCCB para Latinoamérica.

«El papa también recuerda que el problema no es de un solo país, es una misión continental para una sola América», añadió Molina, quien recuerda que décadas de inmigración han llevado a que el 54% de los católicos menores de 35 años del país sean hispanos.

«La Iglesia tiene Casas del Inmigrantes desde Guatemala hasta Texas», señala el padre Molina, quien subrayó que el papa dejó claro en su paso por Washington que América es un solo continente hermano y el norte no le puede dar la espalda al sur.

La Iglesia Católica ha apoyado desde un primer momento los esfuerzos para que el Congreso estadounidense avanzara una reforma migratoria que incluya un camino hacia la ciudadanía para 11 millones de indocumentados y ponga fin a las deportaciones que separan a familias con inmigrantes trabajadores.

«El papa ha sido claro: este país se fundó con la llegada de inmigrantes y debemos tener presente aquellos que aún llegan buscando oportunidades», reflexiona Kevin Appleby, uno de los responsables de las acciones de cabildeo de la Iglesia para presionar por una reforma migratoria.

«No sé qué político puede darle la vuelta a su frase de ‘haz a los otros lo que quieres que los otros hagan por ti'», añade Appleby.

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