Washington, 24 jul (EFEUSA).- La Casa Blanca rindió hoy homenaje a nueve jóvenes "soñadores" que lograron salir de las sombras gracias al programa DACA, se convirtieron en maestros y ahora ven cómo los retos migratorios pendientes en el país se reflejan en sus clases, a las que acuden hijos de inmigrantes indocumentados.
Los nueve maestros, siete de ellos hispanos residentes en Texas, California, Colorado y Nuevo México, fueron homenajeados como «Campeones del Cambio» en una ceremonia en la Casa Blanca a la que asistieron funcionarios del Gobierno y la actriz de origen colombiano Diane Guerrero, de la serie «Orange is the new black».
«Dimos nuestro testimonio sobre lo que significa DACA para nosotros, cómo nos ha cambiado la vida y cómo es que DACA nos beneficia para hacer conexiones con los estudiantes», explicó a Efe uno de los homenajeados, el mexicano Luis Enrique Juárez.
El homenaje, cerrado a la prensa, se centró en nueve jóvenes que «han sido fuertes modelos de conducta para los estudiantes y las familias, así como agentes del cambio dentro de sus comunidades», según explicó la Casa Blanca en un comunicado.
Todos ellos se beneficiaron del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), anunciado por el presidente Barack Obama en 2012 y que desde entonces ha evitado la deportación de más de medio millón de jóvenes que llegaron al país cuando eran pequeños y a los se conoce como «soñadores».
«Yo fui a la Universidad de Texas en Austin para estudiar para ser maestro. Lo hice sabiendo que no iba a poder ejercer mi carrera como maestro, porque no tenía un permiso de trabajo aquí en los Estados Unidos», afirmó Juárez, de 22 años.
Nacido en Monterrey (Nuevo León, México), Juárez llegó a Estados Unidos junto a sus padres y sus hermanos en 2004, cuando «acababa de cumplir 13 años», y en diciembre de 2012 logró su estatus especial bajo DACA, lo que le permitió conseguir un trabajo como maestro bilingüe de matemáticas y ciencia en Dallas (Texas).
«(Mis alumnos) saben que yo soy indocumentado, que soy un ‘dreamer’, como se nos conoce, y eso me ha ayudado a hacer unos vínculos muy fuertes con los estudiantes y con sus papás», aseguró.
Obama trató de aumentar el número de indocumentados con un alivio a la deportación mediante sus medidas ejecutivas de 2014, que incluían una ampliación del programa DACA y el anuncio de la Acción Diferida para Responsabilidad de los Padres (DAPA), que ampararía a padres de ciudadanos estadounidenses o con residencia permanente.
No obstante, esas medidas se encuentran temporalmente suspensas desde febrero, a raíz de una orden de un juez federal que recibió una demanda de 26 estados en contra de las acciones.
Para Juárez, lo que ocurra con esas medidas es importante porque beneficiarían a muchos de sus estudiantes, que son ciudadanos estadounidenses pero tienen «papás indocumentados» que podrían acogerse a DAPA.
Ese impacto es más personal en el caso de Yara Hidalgo, una joven nacida en Nayarit (México) que llegó a Estados Unidos cuando tenía casi dos años, en 1992, y vive en San José (California).
Sus padres, que tienen otros tres hijos que son ciudadanos estadounidenses, «sí habrían sido beneficiarios, pero como DAPA ahorita está congelado no se puede hacer nada, y todavía ellos permanecen indocumentados», dijo Hidalgo a Efe.
«Pero permanezco positiva en el hecho de que DAPA tiene que pasar, y además algo más permanente para la legalización de los inmigrantes», subrayó la maestra de 25 años.
Hidalgo y Juárez coinciden en la sensación de «incertidumbre» que les produce tener que renovar cada dos años el permiso de DACA.
«¿Hasta cuándo? ¿Cuándo va a haber esa oportunidad de tener esa guía hacia un estatus permanente? Y no nomás para mí, también para mis padres, para las otras familias, para los padres de mis estudiantes, que están aquí como indocumentados. Es triste tener que vivir con ese miedo de ser deportados», afirmó Hidalgo.
Juárez explica que el reto también es económico, porque pagar «465 dólares cada dos años» es difícil para un maestro en una escuela de bajos recursos como él, que muchas veces gasta su propio salario en comprar material para sus alumnos porque sus padres «a veces no tienen dinero para comprarles una libreta» siquiera.
«Y esto es temporal. Yo no sé si va a llegar otro presidente y va a decir, no, ya no los queremos a ustedes, no les queremos dar ese permiso, ahí búsquenle cómo hacer. Porque eso es posible», añadió.
Junto a ellos, la Casa Blanca homenajeó a Jaime Ballesteros de Los Ángeles (CA), María Domínguez de Austin (TX), Kasfia Islam de Houston (TX), Marissa Molina de Denver (CO), David Liendo Uriona de Denver (CO), Dinorah Flores de Navajo (NM) y Rosario Quiroz de Pharr (Texas).
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