La venta de sus pertenencias marca el primer año sin Lauren Bacall

La venta de sus pertenencias marca el primer año sin Lauren Bacall

Los Ángeles, 12 ago (EFEUSA).- Un año después de la muerte de la icónica actriz Lauren Bacall su legado artístico continúa vigente mientras que sus pertenencia encuentran comprador en subastas y su apartamento de Manhattan, en Nueva York, donde la artista vivió más de 30 años, tiene un nuevo propietario.

Bacall falleció el 12 de agosto de 2014, con 89 años, tras sufrir un derrame cerebral un día después del suicidio de su colega el actor Robin Williams, cuya trágica desaparición eclipsó la despedida de una mujer cuyo nombre se asocia inevitablemente al de Humphrey Bogart.

Nacida el 16 de septiembre de 1924 en el Bronx (Nueva York) con el nombre de Betty Joan Perske, persiguió el sueño de dedicarse a la interpretación tras un primer impulso de ser periodista, y con su debut cinematográfico en 1944 en «To Have and Have not» se convirtió en una estrella.

Tenía 19 años y aquel filme fue el primero de sus trabajos en clásicos del cine negro con Bogart («The Big Sleep» 1946, «Dark Passage» 1947, y «Key Largo» 1948), con quien se casó en un rancho en Ohio en mayo de 1945.

El carismático intérprete, que por entonces tenía 45 años, fallecería en 1957 de cáncer. Bacall, con 32 años y dos hijos pequeños (Stephen Humphrey Bogart y Leslie Bogart), continuó su vida cada vez más lejos de Hollywood y apegada al teatro, donde brilló con dos premios Tony.

Bacall, considerada como uno de los grandes mitos femeninos de la historia del cine, se casó en 1961 en segundas nupcias con el actor Jason Robards Jr., del que se divorció en 1969. Fruto de aquel matrimonio nació su tercer hijo, Sam Prideaux Robards.

Su primera y única nominación al Óscar le llegó en 1997 por su papel de anciana en «The Mirror Has Two Faces» (1996), una estatuilla que parecía que caería en sus manos para hacer justicia a un legado que merecía más atención por parte de la industria del cine, aunque fue para Juliette Binoche, para sorpresa de muchos.

El jarro de agua fría fue compensado con la estatuilla honorífica que la estrella del celuloide recogió en 2009.

En un testamento escrito en septiembre de 2013, la actriz dejó a sus tres hijos una herencia multimillonaria y una petición de que mantuvieran en privado ciertas cartas, diarios y objetos personales.

Tras poner a buen recaudo los recuerdos más preciados de su madre, los herederos sacaron a subasta el resto de los bienes acumulados por Bacall durante décadas y guardados en su apartamento neoyorquino, el mismo que compartía con su perrita Sophie.

La puja tuvo lugar los días 31 marzo y 1 de abril de este año organizada por la casa de subastas Bonhams, en Nueva York, y en ella se recaudaron 5 millones de dólares por la venta de 740 objetos de la intérprete, entre ellos joyas, esculturas y obras de arte.

Los hijos, depositarios de los ingresos derivados de la subasta según The New York Post, también se desprendieron del amplio apartamento de Bacall en el mítico edificio Dakota, en Manhattan, el mismo donde vivió y murió John Lennon y donde Roman Polanski rodó «Rosemary’s Baby». Fue allí donde la actriz falleció.

A finales de julio, el diario Daily News informó de que el hogar de 370 metros cuadrados (4.000 pies cuadrados) que Bacall compró en 1961 por 48.000 dólares encontró nuevo dueño.

El precio final fue 23,5 millones de dólares, frente a los 26 millones que habían pedido los herederos al poner el apartamento a la venta en noviembre.

En su última voluntad, Bacall solicitó que su hijo Sam cuidara de su mascota, a la que destinó 10.000 dólares en manutención, apartó 250.000 dólares para cada uno de sus nietos con el fin de que paguen sus estudios y se acordó de su personal doméstico, dos latinas a las que bonificó con 20.000 dólares en un caso, y 15.000 en otro.

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