Eva González, gastroperiodista y Directora del periódico Español Gastronómico Hosteleriasalamanca.es nos cuenta su última visita a Miami.
Son las 6:55 de la mañana, el “maldito” sol ya se cuela por las rendijas del escuálido estor, ¿por qué en Miami no ponen persianas? murmuro malhumorada mientras sumerjo mi rostro entre las sábanas. Quiero dormirme, lo intento una y otra vez, mientras minuto a minuto la luz brillante y cálida conquista cada rincón de la estancia. El jet lag tampoco ayuda: seis horas de cambio horario y nueve de trayecto no se superan hasta pasados varios días –¡en mi caso cuatro!-. Tras una hora de infructuosos intentos, opto por abandonar la cama, ofendida por la nula piedad del sol y sorprendida por mi inusual madrugón vacacional.
Amargo café soluble, leche orgánica –¡a más de tres euros el litro!- tostada untada con mermelada – ¡endulzada con fructosa de maíz!- y “mantequilla”, que contiene un 50% de aceites vegetales, según reza el envase ¡pues vaya plan!. La rápida compra que hicimos en el súper resultó ser una verdadera estafa, debía de haberme detenido a leer los ingredientes de cada producto, si hubiera sido así no tendría ante mí una “mantequilla falsa” ni una bonita caja de cereales con más de veinte gramos de azúcares por ración ¡qué barbaridad!.
Tras el energético desayuno, saco mi cuaderno de anotaciones culinarias –en mis viajes siempre llevo uno- y rememoro mis últimos descubrimientos en esta calurosa ciudad.
Basil Park -escribo con cuidado-. Descubrí este restaurante orgánico la misma noche que llegamos a Miami. El sofocante calor nos empujó a entrar en el primer establecimiento que encontramos cerca de nuestro apartamento. Allí dentro, bien fresquitos, descubrimos que era uno de los locales “ecológicos” con más fama de la ciudad, a pesar de llevar abierto apenas un año. Comandé un “Pargo al horno con arroz integral y caldo de lima y coco” que me emocionó: fresco, caribeño, picante, perfectamente cocinado y con un aspecto nada convencional (ver foto). ¡Disfruté tanto!. Fue además un plato que me recordó uno de mis mejores bocados viajeros del 2013: otro pargo, en este caso frito, que comí en la isla de Curazao (Antillas Holandesas).
La cena en Basil fue regada con una versión natural y orgánica de la Cola, elaborada a partir de ágave. Una bebida refrescante, sin conservantes ni cafeína y -ésta vez sí- sin azúcares procedentes del maíz.
Quedé tan satisfecha con el descubrimiento que tuve que regresar antes de mi vuelta a España, en esta ocasión próbé su cebiche de aguacate y su sopa de pollo rostizado con setas y cilantro. Días más tarde, ya ubicada en mi cocina, preparé pescado y sopa “al estilo Basil”, el resultado fue satisfactorio, evidentemente no alcanzó la perfección de Basil Park, sin embargo, ambos platos lograron recordarme las fabulosas semanas que viví en Miami ¡qué nostalgia!.
Unas ostras gratinadas con mantequilla de ajo y degustadas una tranquila mediodía en una terraza junto a la playa de Hollywood, una cena a base de de espaguetti al vino blanco con cangrejo fresco, en «Carpaccio», el restaurante italiano con más fama en Miami y un asado de tira a la brasa, tremendamente jugoso, compartido con buenos amigos en el bistró argentino «Novecento», son también gustosos recuerdos de mi estancia allí.
Y es que reconozco que adoro Miami, su energía, su alegría, la actitud de su gente, empática y respetuosa; para mi sorpresa varios desconocidos me han saludado y sonreído en la calle y los conductores se han armado de paciencia y no han utilizado el claxon para culpabilizarnos por nuestras tropelías al volante, bastantes porque uno nunca acaba de familiarizarse con las monstruosas autopistas de Florida.
En Miami playas extensas y semidesiertas se extienden a lo largo de la ciudad, flanqueadas por hoteles y edificios residenciales con más de medio centenar de plantas. En sus entradas, los aparcacoches reciben un goteo constante de vehículos a cambio de unos dólares… Ese ir y venir constante es parte del ritmo de la ciudad, un lugar cuajado de emigrantes, principalmente cubanos, pero que acoge turistas y residentes de cualquier nacionalidad: rusos, argentinos, venezonalos… incluso algún que otro español, y no me refierero a celebrities como Julio Iglesias o a Alejandro Sanz, sino a gente que ha encontrado en Miami una oportunidad para comenzar una nueva vida, o un nicho de mercado para expandir su negocio al otro lado del Atlántico, que ha elegido un lugar con una energía especial y contagiosa y por supuesto con un gran abanico de posibilidades gastronómicas. Continuaré hablándoos de ellas en mi próxima editorial ¡Hasta entonces!.
Eva González – (Salamanca, 1981) Periodista especializada en Gastronomía por la Universidad Complutense de Madrid (España). Directora de la revista digital gastronómica http://www.hosteleriasalamanca.es . Colaboradora de Radio Cadena Ser, del Periódico La Gaceta de Salamanca y de La 8 RtvCyL. Organizadora de Los Premios HosteleriaSalamanca.es
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