Madrid, 14 may (EFE).- Alejandra García Andrade cumpliría el próximo mes de agosto 32 años si no hubiese sido una de las casi 4.000 mujeres asesinadas en los últimos años que conforman la trágica lista de víctimas de feminicidio en México.
Alejandra tenía 17 años cuando desapareció en febrero de 2011 en Ciudad Juárez, una de las ciudades más violentas del mundo y en la que, durante la semana que duró su secuestro, «la violaron, la torturaron y la mutilaron», según describió hoy en una entrevista con EFE en Madrid su hermana Malú.
Alzar la voz de Malú y la de otras mujeres que han perdido en Ciudad Juárez(Chihuahua) a sus hijas o hermanas y «remover conciencias» son dos de los objetivos que persigue la periodista Elena Ortega con su libro «De regreso a casa».
Tanto la autora como la ciudadana mexicana presentaron hoy el libro en la capital española con el que buscan «luchar contra el olvido» que existe en torno a estos casos.
Malú reconoció emocionada estar viviendo desde el asesinato de su hermana pequeña un «infierno que nunca termina» y que «realmente empieza cuando te entregan el cuerpo» porque ahí pudo apreciar «todo lo que tuvo que sufrir antes de ser asesinada».
Según Ortega, el mayor culpable de que se haya ido extendiendo por todo México este «genocidio silenciado» hacia la mujer es la «impunidad que ha mostrado el Estado de Chihuahua», uno de los pocos del país en los que no se ha tipificado como delito el feminicidio.
En la gran mayoría de los Estados de la República de México (Guerrero,Puebla, Distrito Federal, etc) sí existe esta tipificación aunque, según Malú, no hay «sanciones ni investigaciones» por parte de las autoridades, quienes «esconden la verdad y borran las evidencias de los crímenes».
Malú criticó la postura del gobierno mexicano ante este tipo de abusos contra los derechos de las mujeres porque busca «minimizar el problema para evadir su responsabilidad» y perjudicar la imagen de las jóvenes asesinadas al asociarlas con la «prostitución», como intentaron hacer en el caso de su hermana Alejandra.
Tanto Malú como su madre Norma, maestra en Ciudad Juárez, fundaron a raíz del asesinato de Alejandra la asociación «Nuestras Hijas de Regreso a Casa» para ayudar a otras víctimas y para denunciar públicamente al líder del Cártel de Juárez, como responsable de la muerte y la desaparición de miles de mujeres en la ciudad.
Ello les costó continuas amenazas por parte del Cártel de Juárez y Norma fue objeto de dos atentados a los que sobrevivió. En la actualidad y, desde hace tres años, viven en México DF, ciudad a la que el gobierno mexicano las trasladó con escoltas para proteger sus vidas. También «quemaron nuestra casa», contó Malú.
El espíritu de lucha de estas dos mujeres no es una conducta habitual de las juarenses ya que, por norma general, «son muy calladas y tienen miedo» porque son objeto de «amenazas en una cultura muy machista», añadió Ortega, quien conoció la zona durante una investigación para un programa de televisión sobre el narcotráfico.
A pesar de que a día de hoy no existan registros oficiales que contabilicen los casos de feminicidio, según explicó Malú, en 1993 se documentaron los primeros asesinatos de mujeres en Anapra, una de las zonas más pobres de México.
Según la autora del libro, 3892 mujeres han sido asesinadas en México desde el año 2012.
Desde entonces, añadió Ortega, el «tema del feminicidio se ha normalizado» tanto en México que la ciudadanía y los medios solamente saltan cuando es un caso «escandalosamente llamativo» como lo fue el de Iris, asesinada con tan sólo seis años.
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