Tokio, 17 may (EFE).- Tras un 2014 para olvidar, Takata vuelve a ver comprometida su posición como una de las líderes mundiales en seguridad automovilística después de que esta semana una nueva serie de problemas con sus airbag obligaran a llamar a revisión casi a 10 millones de vehículos.
Toyota, Nissan y Honda, los tres mayores fabricantes de coches de Japón, se han visto obligados a realizar esta rellamada que pone al fabricante de airbags en la cuerda floja.
El problema, que se cree podría haber causado hasta seis muertes, es el mismo que tiene arrinconado desde el año pasado a Takata en EE.UU.
Allí, la Administración Nacional para la Seguridad en la Carretera (NHTSA) amenaza con imponer duras sanciones a la compañía por negarse a ejecutar una revisión a escala nacional y está presionando a los fabricantes de coches para que amplíen las que ya han realizado.
El fallo se localiza en los infladores de los airbag producidos en una de sus plantas en México y provoca que éstos puedan abrirse con demasiada fuerza y proyectar fragmentos de metal a los ocupantes.
El fabricante japonés rechaza la petición de la NHTSA al considerar que el problema se produce solo en regiones con alta humedad, lo que no haría necesario llevar a cabo una llamada a revisión a gran escala, operación para la cual, según ha reconocido, podría no dar abasto ante el volumen de repuestos requerido.
No es el primer problema de este tipo al que se enfrenta la empresa, fundada como un negocio textil familiar en la prefectura de Shiga (oeste de Japón) por Takezo Takada en 1933.
Tras sus comienzos fabricando líneas estáticas para paracaidismo, en los cincuenta empezó a manufacturar cinturones de seguridad para automóviles convirtiéndose de inmediato en líder del sector en Japón, un mercado que para los ochenta ya se le había quedado pequeño.
En 1990 comenzó a producir airbags, un mercado en el que hoy maneja una cuota del 20 por ciento y que lidera junto a las estadounidenses Delphi y TRW o la sueca Autoliv.
Ya durante esa década encaró la que por entonces fue una de las mayores operaciones de rellamada en Estados Unidos, debido a un problema con el cierre de sus cinturones.
Fue entre 2013 y 2014 cuando se detectaron dos tipos de fallos diferentes en sus dispositivos inflables.
El primero implica a unos 18 millones de vehículos, y su alcance parece controlado, mientras que el segundo, el que se localiza en el inflador, ha afectado de momento a 20 millones de coches sin que la compañía haya sido aún capaz de localizar el origen del problema.
Los analistas del sector consideran que las rellamadas relacionadas con esta última avería seguramente se prolongarán y que localizar el problema llevará más tiempo.
Aunque los fallos en los airbags no ponen en duda el compromiso de Takata con la seguridad (tal como asegura la propia NHTSA, los coches son hoy en día más seguros que nunca pese al volumen de estas rellamadas), los expertos creen que sí ponen en riesgo su estatus como una de los principales compañías del sector.
La cadena de averías sí esta erosionando la confianza de los fabricantes de coches -y de los inversores- hacia la empresa, que hoy cuenta con 56 plantas repartidas en 21 países de cinco continentes donde da trabajo a más de 43.500 personas.
Desde que el otoño pasado las autoridades estadounidenses endurecieran su postura en las investigaciones, los títulos de la empresa han perdido el 40 por ciento de su valor desde el otoño pasado (y un 12 por ciento en la última semana debido a la últimas rellamadas).
Además, su presidente, Shigehisa Takada (nieto del fundador), ha optado por permanecer en la sombra durante la crisis en vez de intentar enviar un mensaje tranquilizador, lo cual ha empeorado la imagen de la marca.
Pero, a su vez, la excesiva dependencia que tienen algunas casas del motor -especialmente algunas como Honda- con respecto a los productos de Takata le garantizan de momento a la empresa cierto margen de maniobra, al menos a medio plazo.
Son los propios fabricantes de vehículos los que están cubriendo en principio el coste de estas rellamadas, el cual es después reembolsado por Takata, que aparentemente ha solicitado realizar los pagos de forma escalonada para poder afrontar semejante carga.
De momento la cadena de averías le ha costado en el pasado ejercicio al grupo su mayor pérdida neta hasta la fecha (unos 215 millones de euros/245 millones de dólares) y también la dimisión de su jefe de operaciones, Stefan Stocker, y de paso la de Takanobu Ito como presidente de Honda, la compañía más afectada por estos fallos.
Andrés Sánchez Braun
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