Viena, 26 jun (EFE).- Viena acoge a partir de mañana la última y decisiva ronda de negociaciones entre Irán y seis grandes potencias para cerrar la disputa sobre el controvertido programa nuclear de la República Islámica que dura ya 13 años.
El primero en llegar a la capital austríaca será esta noche el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, mientras que su homólogo iraní, Mohamed Yavad Zarif, acudirá mañana a Viena, igual que el responsable de la diplomacia francesa, Laurent Fabius.
Los demás ministros tienen previsto unirse a los negociadores en el lujoso hotel Palais Coburg en los próximos días, siempre de acuerdo a los avances que se vayan produciendo.
El plazo límite que se han impuesto los negociadores para alcanzar un acuerdo es el próximo martes, 30 de junio, aunque numerosos diplomáticos ya han admitido que las conversaciones podrían prolongarse más allá de esa fecha.
Las cinco potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido) y Alemania pactaron con Irán el pasado 2 de abril en Lausana (Suiza) un acuerdo marco de principios.
Estas pautas, que contienen limitaciones de entre 10 y 25 años para ciertas actividades nucleares en Irán, la conversión de algunas instalaciones nucleares y la reducción de material fisible producido y almacenado en ese país, deben concretarse en el acuerdo final que se pretende acordar ahora en Viena.
Las autoridades austríacas esperan unos 250 diplomáticos para esta negociación final, de la que están pendientes unos 500 de periodistas, incluido medio centenar de equipos de televisión de todo el mundo.
Tras recientes denuncias de un supuesto espionaje de las conversaciones en Suiza y Austria, las autoridades austríacas han endurecido al máximo las medidas de seguridad.
Ante la magnitud de la reunión, la prensa austríaca habla del «Congreso Atómico de Viena», en alusión al histórico «Congreso de Viena» que se celebró justo hace 200 años en esta ciudad.
Las partes negociaron a nivel político, técnico y legal durante las últimas diez semanas, casi siempre en esta capital.
Según lo que ha trascendiendo, las partes siguen separadas por el acceso que debe conceder Irán a los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) a sus instalaciones, incluidas las militares.
Irán rechaza categóricamente la posibilidad de dar acceso a ese tipo de lugares, algo que Francia, por ejemplo, considera indispensable para poder fiarse de las intenciones iraníes.
Además, persiste el desacuerdo sobre cómo y cuándo levantar las sanciones internacionales contra Irán.
Teherán exige que se levanten de forma inmediata una vez verificado por el OIEA el cumplimiento de lo acordado, mientras que Occidente aboga por una forma más gradual.
Otro foco de desacuerdo es el esclarecimiento de posibles dimensiones militares del programa nuclear iraní en el pasado.
Los inspectores del OIEA tratan desde hace dos años de avanzar en esa investigación, aunque con escaso éxito por ahora, ante la falta de cooperación de Irán.
Por eso, Kerry habría señalado esta semana en conversación telefónica con Zarif que saber lo que pasó en el pasado en Irán es relevante para poder firmar un acuerdo sobre el futuro del programa nuclear de la República Islámica.
Según fuentes iraníes, el eventual acuerdo tiene una veintena de páginas y un anexo de entre 40 y 50 folios.
Uno de los problemas a resolver por los negociadores es que el acuerdo debe estar escrito en inglés y en farsi, lo que causa disputas sobre cómo traducir y formular ciertos conceptos.
Occidente teme que Irán tenga intenciones de desarrollar bajo el paraguas de un supuesto programa nuclear iraní las capacidades para una bomba atómica, algo que Teherán rechaza.
Los iraníes dicen que solo tienen intenciones pacíficas, dentro del marco del Tratado de No Proliferación de armas nucleares (TNP), aunque al mismo tiempo no cooperan en la medida que exige el OIEA para esclarecer la naturaleza de sus actividades.
Tanto Estados Unidos y sobre todo Israel, que se siente amenazado por Irán, nunca han descartado una acción militar para neutralizar el potencial atómico de la República Islámica.
Pero también otros países de Oriente Medio, sobre todo Arabia Saudí, se sienten amenazados por Irán y critican que un acuerdo nuclear con ese país solo fomentará sus aspiraciones a convertirse en una dominante potencia regional.
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