Yasmani Grandal, el símbolo perfecto de los «CubanDodgers»

Yasmani Grandal, el símbolo perfecto de los «CubanDodgers»

Los Ángeles, 17 sep (EFE).- El pasado otoño, el mundo del béisbol de las Grandes Ligas fijó su atención otra vez en la organización de los Dodgers de Los Ángeles al conocerse que habían adquirido al joven receptor cubano Yasmani Grandal, de los Padres de San Diego, a cambio del polémico jardinero Matt Kemp.

Con su llegada, los Dodgers establecían una conexión cubana como nunca jamás se había visto en la historia del béisbol profesional y Grandall se perfilaba el símbolo, gracias a su juventud, talento y trayectoria profesional.

Se iba a unir a sus compatriotas Yasiel Puig, Alex Guerrero, Erisbel Arruebarrena y la próxima temporada también tendrá a Héctor Olivera, mientras que el joven lanzador derecho, de 25 años, Pablo Millán Fernández firmó con los Dodgers contrato de ligas menores.

Grandal, de 26 años, veía cumplido otro gran sueño de unirse a uno de los históricos del béisbol, algo que nunca se pudo imaginar cuando comenzó a jugar pelota en Güira de Melena, un pueblo al sur de La Habana, en cuyo estadio dio los primeros pasos con apenas tres años de edad, para luego a los 11 años, en 1999, dejar la isla y emigrar a Miami junto con su madre María Gómez.

«Desde niño supe que mi deporte era la pelota, salía de la escuela y me iba a jugar hasta las siete de la noche, pero siempre centrado en los estudios, algo que mi madre no me perdonaba», admitió Grandal. «Luego cuando fue al colegio en Miami también tenía como lema principal los estudios y después el deporte».

Grandal comenzó a destacar en el béisbol colegial y aunque se inició como segunda base y torpedero, ya en Miami los consejos de su padrastro Eliecer fueron decisivos para que cambiase a la posición de receptor, donde hoy es uno de los mejores y con mayor proyección.

«Tengo que reconocer que el cambio iba a ser clave en mi formación como pelotero de cara a como me he ido formando como jugador, pero sobre todo nunca deje los estudios», valoró Grandal.

«Cierto, que los Medias Rojas de Boston me ofrecieron firmar con ellos cuando estaba en la secundaria, pero mi madre no me dejó», agregó.

Grandal recuerda con agradecimiento como su madre dio un «no» rotundo a esa oferta de más de medio millón de dólares y le dijo que a los 18 años lo más importante era que estudiase una carrera, objetivo que cumplió cuando los Huracanes de la Universidad de Miami le ofrecieron jugar con ellos.

Llegó a las Grandes Ligas de forma meteórica y todavía más brillante, ya que lo hizo como uno de los prospectos con mayor proyección y los Rojos de Cincinnati confiaron en él al elegirlo duodécimo en la primera ronda del sorteo universitario.

«Siempre les estaré agradecido porque fueron el equipo que me abrieron el camino en las mayores», reconoce Grandal. «Con ellos crecí y adquirí la experiencia que se necesita cuando llegas a las Grandes Ligas».

Su entrada a la máxima competición ocurrió el 16 de agosto del 2010 y con ello también el dinero en forma de un bono de 2,9 millones de dólares, con el que lo primero que hizo fue comprarle un coche a su madre y una casa a la familia.

«Lo valores familiares, educativos y apoyo que siempre me ha dado mi madre es algo que no se puede pagar con dinero», destacó Grandal. «Es un orgullo haber conseguido como cubano, ahora ya ciudadano estadounidense, las metas que me he propuesto y cada día me siento más orgulloso de mis orígenes latinos».

Grandal admitió que nada ha sido fácil, pero el apoyo de su familia cubana lo inspiró a superarse y alcanzar su sueño de jugar en Grandes Ligas. «Sin ellos no hubiera llegado hasta aquí», subrayó.

Grandal veía como el 17 de diciembre de 2011 su paso por Cincinnati había llegado al final porque lo traspasaron a los Padres de San Diego, junto con su compatriota Yondel Alonso y al abridor dominicano Edison Vólquez.

En San Diego, Grandal vivió las dos caras de la moneda en lo profesional, primero el gran triunfo deportivo, y luego el haber dado positivo a una prueba antidopaje con exceso de niveles de testosterona que le costó una suspensión de 50 partidos.

Grandal reconoció el «error», admitió su responsabilidad y el castigo correspondiente, mientras que maduró aún más como persona y profesional, lo que hizo que su trayectoria no se frenase sino que fuese a más hasta que llegar a los Dodgers.

«Ahora me siento más seguro de todo y además no tengo tanta presión como me sucedía con los Padres, donde pensaba que como podía batear tenía que hacer más en cada partido», valoró Grandal. «La historia con los Dodgers es diferente, mi misión es trabajar al máximo desde la receptoría», agregó.

A pesar de los problemas de lesiones, Grandal ha crecido también en otros aspectos del juego tanto ofensivos como defensivos, lo que le ha permitido este mismo año ser elegido por primera vez al Partido de las Estrellas.

«Fue otro sueño hecho realidad, estar entre todos los mejores de las mayores es algo increíble», destacó Grandal. «Más todavía cuando estaba al lado de otros compañeros del equipo y latinos».

Ahora, el otro sueño que Grandal desea ver cumplido en su primera temporada con los Dodgers, equipo que ha sido pionero en la promoción de la herencia y cultura hispana, es el poder llegar a la Serie Mundial y ganarla.

«Sería la mejor manera de demostrar lo positivo de la aportación que hacemos todos los peloteros latinos que hay dentro del equipo», agregó Grandal, que sabe más que nadie lo que es alcanzar metas.

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