Los Ángeles, 15 sep (EFEUSA).- La activista Dolores Huerta contó en entrevista con Efe detalles inéditos de los primeros tiempos del movimiento de campesinos hispanos en California y de cómo lograron obtener hace 50 años el apoyo nacional en su boicot a empresas que abusaban del trabajo de los hispanos.
Iniciada el 8 de septiembre de 1965 por los trabajadores filipinos de los campos de cultivo de uva de los viñedos de California, la «Huelga de las uvas» logró el apoyo de César Chávez y los trabajadores agrícolas hispanos.
El activismo de Chávez y Huerta, no sólo logró desarrollar un importante movimiento sindical de trabajadores agrarios sino que también sirvió de estímulo y ejemplo a los jóvenes mexicanos para iniciar su Movimiento Chicano.
«Muchos de los estudiantes que venían a acompañarnos en la huelga vieron lo que hacían los campesinos y luego se animaron para hacer protestas en las escuelas por el tratamiento a los estudiantes latinos no solamente en Los Ángeles sino en otras ciudades», recordó Huerta.
«En realidad fue el principio de lo que podemos llamar el Movimiento Chicano», señaló en entrevista con Efe la cofundadora del sindicato conocido hoy en día como Unión de Campesinos (UFW).
El apoyo y el liderazgo de los latinos fueron decisivos para que el movimiento, luego de varios años de lucha pacífica, lograra que las empresas mejoraran las condiciones de trabajo de los campesinos y permitieran su derecho a la asociación sindical.
Sin embargo, el trabajo para organizar los campesinos había comenzado varios años antes, explicó Huerta, quien fuera distinguida con la Medalla Presidencial de la Libertad.
«César Chávez, su primo Manuel Chávez y yo estábamos organizando (los trabajadores) en los campos tres años antes. Comenzamos a organizarlos en 1962», detalló.
Con el objetivo de agrupar todos los trabajadores del Valle Central de California, la líder hispana había iniciado su trabajo en el área de Stockton, al sur de Sacramento, de donde era originaria.
Allí había creado una organización denominada Agricultural Workers Association (AWA) que prestaba servicios a los trabajadores agrícolas de la región y había invitado al líder filipino Larry Itliong, para que trabajaran juntos.
De ese trabajo conjunto surgió la Agricultural Workers Organizing Committee (AWOC).
Chávez y su primo, por su parte, trabajaban en el área de Delano, 220 millas al sureste, en el Valle de San Joaquín.
El objetivo era realizar una gran huelga en 1968, «pero los filipinos iniciaron su huelga antes de que cumpliéramos nuestro plan y ante eso nosotros, claro que teníamos que respaldarlos», contó.
Así, el 16 de septiembre de 1965 los campesinos hispanos, reunidos en Delano con motivo de la celebración del Día de la Independencia de México, aceptaron unirse a la huelga de los trabajadores filipinos que llegó a conocerse como la «Huelga de las uvas».
No obstante, el paro fue obviado por los productores contratando más trabajadores provenientes de México, que llegaban a las fincas sin saber que allí se estaba realizando una huelga.
Por sugerencia de un asesor legal, los frustrados activistas decidieron seguir el ejemplo de grupos afroamericanos en Alabama que realizaban un boicot a los camiones y de otros en San Francisco que también iniciaron un boicot para que les permitieran ser distribuidores de automóviles.
Ante el anuncio del boicot, la empresa de licores Schenley aceptó negociar para mejorar los contratos de trabajo y lo mismo sucedió con la Corporación DiGiorgio.
Otros negocios vinícolas inmediatamente aceptaron también mejorar los salarios de los trabajadores hispanos.
Ese primer gran boicot a las uvas de California, fue la base para que surgieron importantes líderes nacionales.
A finales de 1967 y principios de 1968, los líderes de los trabajadores agrarios enviaron a Chicago a un joven de 19 años llamado Eliseo Medina «para que organizara el boicot de todas las uvas en esa ciudad. ¡Y lo logró!», destacó Huerta.
Algo similar sucedió con Marcos Muñoz a quien también responsabilizaron de una parte importante.
«Él pensaba que iba a Barstow (en el centro de California) y lo mandamos a Boston y, a pesar de ser analfabeto, organizó el boicot con estudiantes de Harvard y de otras universidades», explicó.
Huerta reconoció que todavía hace «falta mucho por hacer» y confió que algunos beneficios laborales como compensación por desempleo y seguro de incapacidad que solamente cobijan a los campesinos en California y a algunos en Hawai, pronto puedan extenderse nacionalmente.
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