Denver (CO), 4 jun (EFEUSA).- El rápido reemplazo de los pequeños edificios de viviendas del noroeste de Denver, construidos hace décadas a manos de latinos e italianos, por edificios altos y modernos provoca que el área esté perdiendo tanto su identidad como su cultura, según dirigentes hispanos locales.
«Colorado es uno de los estados con el más rápido crecimiento económico en todo el país. En este momento, el índice de desempleo es el tercero más bajo entre los estados y eso ha provocado una rápida expansión de la población en Denver», señaló Christine Alonzo, directora ejecutiva de CLLARO, una organización dedicada a la formación de líderes latinos.
«Vemos que otras comunidades sufren porque aún no se ha alcanzado una equidad en el desarrollo económico. Así lo demuestran los datos demográficos y la información sobre viviendas y empleos. Los más afectados son los latinos y los afroamericanos», agregó.
Según datos compilados por CLLARO, en 2013 el costo promedio para alquilar una casa de dos habitaciones en Denver subió casi un 10 %, comparado con un aumento del 2,8 % a nivel nacional. Un año después, el aumento fue de 10,2 %, contra el 3,3 % en el resto del país.
Ese precio de alquiler supera los 1.400 dólares mensuales, es decir entre 300 y 400 dólares más que el alquiler de casas del mismo tamaño en los suburbios de Denver, una diferencia que afecta en especial a las familias de bajos ingresos, las cuales se ven obligadas a mudarse a otras zonas del área metropolitana de Denver.
Los dueños de casas o apartamentos, antes que ver sus propiedades vacías, prefieren venderlas y aprovechar de paso el alto valor que ha alcanzado la vivienda en esta ciudad, que para casas de dos habitaciones asciende a unos 321.000 dólares, un 14,2 por ciento más que el año pasado.
Este nuevo escenario produce lo que se llama «gentrificación», un proceso por el que la población original de un área es desplazada por otra de mayor poder adquisitivo, que en muchos casos derriban las antiguas casas para construir nuevos edificios, lo que cambia el valor de las propiedades cercanas y produce una subida de impuestos.
En los últimos dos años el incremento impositivo ha superado el 30 por ciento respecto a 2013 y muchos propietarios deben vender sus hogares al verse imposibilitados de pagar las tasas, repitiendo el ciclo de venta, demolición y nueva construcción.
«La gente que ha vivido en el mismo lugar durante varias décadas tiene miedo», reveló Alonzo.
Esta realidad, que se hace patente en barrios tradicionalmente hispanos, llevó al arquitecto Rafael Espinoza a lanzar este año su candidatura al Concejo Municipal de Denver como representante del Distrito 1, que incluye a uno de los vecindarios de latinos e italianos más antiguos en la ciudad.
En las elecciones municipales de mayo pasado, Espinoza se impuso a Susan Shepherd, quien hacía doce años representaba al Distrito 1.
«He presenciado desde hace un década, cuando llegué a vivir a esta zona de Denver, la rápida expansión (urbana) y sin tener en cuenta el carácter que hace que este vecindario sea tan atractivo», dijo Espinoza, nacido en California y que se especializa en arquitectura urbana y acceso a viviendas económicas.
«Me preocupa que los residentes y los votantes no tengan lugar en la mesa de negociaciones cuando se toman decisiones sobre el futuro del vecindario», agregó.
Como parte de su campaña electoral, Espinoza realizó una encuesta en la que encontró que un 70 % de los vecinos en el barrio hispano e italiano en el noroeste de Denver están preocupados por no ser consultados respecto al desarrollo urbano de esa área y que el 62 % cree que las nuevas construcciones están «fuera de proporción» con el resto de las viviendas.
«Cualquier nuevo crecimiento debe realizarse de una manera que respete el carácter que previas generaciones han creado para los vecindarios en el noroeste de Denver», indicó Espinoza, quien asumirá su cargo como concejal el mes próximo.
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