El presidente hondureño defiende su plan para acabar con la corrupción

El presidente hondureño defiende su plan para acabar con la corrupción

Washington, 28 sep (EFEUSA).- El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, defendió hoy en Washington sus planes para luchar contra la corrupción y fortalecer las instituciones democráticas, problemas que han estado en el trasfondo de la inestabilidad política y en la oleada de inmigración indocumentada hacia EE.UU.

Hernández, que antes de recalar en Washington participó en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, recibió esta mañana de manos del secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) una propuesta de misión para luchar contra la corrupción y la impunidad.

En Honduras, más de un 90 % de los homicidios quedan sin resolver y el país se encuentra en el puesto 126 del ránking de corrupción de Transparencia Internacional, algo que también está detrás de la falta de oportunidades y la violencia que ha llevado a cientos de miles de hondureños abandonar el país en los últimos años.

El presidente hondureño reconoció en la sede de la OEA tras reunirse con el secretario general de la organización, Luis Almagro, la «inusitada incidencia de prácticas corruptas que van en perjuicio de los ciudadanos» que generan desconfianzas y que amenazan la gobernabilidad y la democracia.

Hernández, que sustituyó a Porfirio Lobo al frente del Gobierno en enero de 2014, aseguró en una conferencia posterior en el centro de estudio Brookings Institution que «el país está cambiando y va por el buen camino».

La propuesta de misión de la OEA, solicitada por Tegucigalpa, incluye el apoyo de juristas expertos para avanzar en la lucha contra la corrupción, dar apoyo a las instituciones, proponer reformas al sistema de justicia y fortalecer los mecanismos de responsabilidad ante la sociedad civil.

Almagro aseguró que la corrupción es «uno de los grandes flagelos de la gobernabilidad democrática», y peor que ésta es la impunidad que erosiona la confianza del pueblo en las instituciones.

Esa desconfianza y quejas de corrupción forzaron este mes a la dimisión del expresidente de Guatemala Otto Pérez Molina, imputado por un supuesto caso de fraude, y fueron unos de los desencadenantes de la salida, en un golpe de estado, del expresidente hondureño Manuel Zelaya, en 2009, investigado por corrupción.

Hernández dijo no ser «responsable de lo que ocurrió en el pasado» y aseguró que está determinado a dar al país una nueva dirección, algo para lo que espera contar con los fondos que el Congreso de EE.UU. prevé aprobar en unos días y que incluiría 675 millones para el Plan Alianza para la Prosperidad.

Estos fondos, por debajo de los mil millones de dólares propuestos por el presidente Barack Obama, están destinados a los tres países del Triángulo Norte -Honduras, El Salvador y Guatemala-, con el objetivo de actuar en las raíces de las causas de la inmigración, que el verano de 2014 llevó a decenas de miles de menores sin acompañante a ingresar ilegalmente en EE.UU.

Hernández confesó que esa crisis de menores sin acompañar que desbordó la capacidad de EE.UU. y generó una crisis humanitaria fue «fue una bofetada para todos nosotros» y apuntó que la falta de oportunidades y la violencia están detrás de ese éxodo.

El presidente hondureño prometió que va a trabajar para que «la gente quiera quedarse» y dar la vuelta a un sistema «que ha estremecido los cimientos de la democracia».

Para ello ha iniciado un diálogo nacional con actores sociales para definir planes que incluirán la mejora de la protección de periodistas, jueces y fiscales, una reforma a la ley de financiación de partidos o medidas de prevención de la corrupción en el sector privado, así como más transparencia pública.

Hernández destacó los avances en la lucha contra escándalos de corrupción como el del Instituto Hondureño de Seguridad Social, que sufrió un desfalco de 350 millones de dólares, y la lucha contra el narcotráfico que, dijo, «es un asunto de vida o muerte, no solo de salud pública» en el país, y uno de los principales elementos corrosivos de las instituciones.

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